Antonio de Cabezón: Suavidad y Extraneza

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Suavidad y extraneza

Catedral de Génova, 8 de diciembre de 1548: “Celebróse la misa de pontifical. Oficiáronla los cantores y capilla del Príncipe con gran admiración de todo el pueblo de ver la solemnidad con que se hacía y con tan divina música y de tan escogidas voces y de oír la suavidad y extraneza con que tocaba el órgano, el único en este género de música, Antonio de Cabezón, otro Orfeo de nuestros tiempos” (Calvete de la Estrella: El felicísimo viaje, Amberes, 1552).

Quinientos anos después de su nacimiento, la música de Cabezón sigue causando admiración por su suavidad y extraneza. Ambos atributos, tan concretos como intangibles, nos sirven para definir una música que sólo puede ser entendida desde una perspectiva cosmopolita. Esta visión viene determinada por tres aspectos fundamentales que conviene considerar: los viajes de Cabezón, los instrumentos a su disposición y la difusión geográfica y temporal de su obra.

Los viajes

Nacido en 1510, Antonio estuvo desde los 16 anos al servicio de la Cámara y de la Capilla Real, sirviendo primero a la emperatriz Isabel, luego al Emperador Carlos I, a las infantas Juana y María y al príncipe Felipe. El carácter itinerante de la Corte llevará a Cabezón, en un incesante viaje, por la mayor parte de las principales ciudades de Castilla, en las que residirá por espacios de tiempo más o menos prolongados.

Más tarde, Antonio formará parte del séquito que acompane al príncipe Felipe en su primer gran viaje europeo. La comitiva partió de Valladolid el 13 de octubre de 1548, pasando por Burgo de Osma, Montserrat y Barcelona. Una escuadra de cien barcos zarpó de Castelló de Ampuries y Roses con rumbo a Génova. Se arribaría el 25 de noviembre, para seguir luego hacia Milán. Desde allí la ruta continuaba hacia Cremona, Mantua y Trento. Atravesando los Alpes, en enero se llegó a Innsbruck, desde donde tocaba seguir hacia Munich, Ausburg, Ulm y Heidelberg. Bruselas se alcanzaba via Luxemburgo, Namur y Lovaina.

Durante el verano de 1549, la comitiva visita Gante, Brujas, Ypern, St. Omer, Douai, Arrás, Cambrai, Valenciennes, Mons, Amberes, Bergen, Breda, s’Hertogenbosch, Dordrecht, Roterdam, La Haya, Leiden, Haarlem, Amsterdam, Utrecht, Kampen, Zwolle, Deventer, Zutphen, Nimega, Venlo, Roermond, Veert, Tongeren y Maastricht. Se regresa a Bruselas a finales de octubre y allí se reside durante siete meses, hasta fin de mayo de 1550.

Unido el séquito del Príncipe al del emperador Carlos, partirán de nuevo, vía Aquisgrán, Colonia y Speyer, de nuevo hacia Ausburg, donde se residirá durante otros diez meses, hasta fines de mayo de 1551. Sólo entonces se inició el regreso a Espana, usando la ruta marítima Génova-Barcelona y pasando por Lérida, Zaragoza, Soria, Burgo de Osma y Valladolid hasta llegar a Toro. El viaje había durado dos anos y ocho meses.

Alternará entonces Cabezón descansos en Ávila, donde tiene su casa desde su matrimonio con Luisa Núnez en 1538, con el servicio en la capilla del príncipe Felipe, principalmente en Madrid, Valladolid, Tordesillas, Sigüenza, Alcalá de Henares y Segovia. Mientras tanto, se prepara un segundo gran viaje con motivo de la boda de Felipe con María Tudor. También Antonio formará parte de la comitiva esta vez.